Etapa 1: De Saint Jean a Roncesvalles

Fachada de la gótica iglesia Colegial de R.
"no tengáis mieeeedooo"..

Antiguo hospital convertido en albergue juvenil

A lo lejos, entre los bosques, se empieza a divisar Roncesvalles

Iniciando el descenso y aproximación a Roncesvalles

Iniciando la subida del Alto de Lepoeder (1430 mt)

Vistas del Pirineo Central
próximo a la Vièrge de Biakorri
Tras el albrgue de Orisson, sigues subiendo y
bordeando el abismo
Input olfativo y visual

Tras superar Honto, me paré a descansar y a disfrutar del mar de nubes
(pinchando aqui puedes esuchar el tema)
"..Yo no vuelvo pa'tras,
yo seguiré mirando lo que queda al frente
No importa cuánto falte voy a continuar, aunque tenga enemigos que quieran pararme
Yo sigo mi camino y no vuelvo pa'tras, yo seguiré.. mirando pal frente
No importa lo que pase voy a continuar,
Yo sigo triunfante con mis pasos aplastantes
vengo con más fuerza que un mismo elefante,
en esta carrera hay que ser perseverante y el que se resbale, pues que se levante,
Yo tengo bien claro que mi premio esta adelante, voy con paso firme sigo bien campante y
al que no le guste pues que se me aguante.."

Confraternizando con peregrinos franceses

No hay opción de perderse, abundan las flechas amarillas
o marcas rojas y blancas (GR)
Alá, majete, a hacer piernas
Cruzando el rio Nive



Hay dos opciones para llegar a Roncesvalles desde Saint Jean: una a través del Alto de Lepoeder y la otra a través de Valcarlos.
En la Oficina de atención al Peregrino me recomendaron hacer la primera, ya que según me dijeron es la que hacían la mayor parte de los peregrinos (excepto los que van en bici que van por la de Valcarlos).
Está muy bien señalizado. La primera parte, se hace un poco más dura, pues te pilla en frío y se caracteriza por una fuerte subida constante, también conocida como Route de Napoleón. Ya empezarás a ver gente descansando, sudando (yo entre otras). Conviene hacer alguna parada para hidratarse y alguna/s otras para disfrutar del paisaje.
En Orisson, hay una terraza, donde puedes tomarte un descanso y un bocata. El camino continúa en subida y por asfalto. Hay zonas en las que tumbarse, en las que puedes conversar con vacas, ovejas - cabras, oler margaritas, o simplemente, respirar, o te asalta algún perro peregrino. El paisaje del Pirineo Central, próximo a la Vièrge de Biakorri es espectacular. El hecho de que esta zona fuera díafana y abierta, llevó a Napoleón a decidirse por ella al invadir España (1807), ya que aunque fuera más alta, al estar libre de bosques la emboscada por sorpresa era más improbable.
Al llegar a una cruz de piedra, se deja la carretera para desviarse por el Collado de Bentartea en dirección al Alto de Lepoeder. En esta zona, eché de menos alguna fuente que otra. La bajada hacia Roncesvalles por una pista asfaltada se hace agradable, especialmente si corre viento.
El recorrido que es de unos 24,6 km., me llevó hacerlo en unas 8 horas aproximadamente con bastantes paradas. Llegué a eso de las 16 h. al albergue de la juventud, que estaban justo abriendo. Un antiguo hospital, pintado de colorines fucsia, con habitaciones de literas, tranquilo y poca gente. Perchas. Los baños están muy bien, tienen varias duchas.
Tras la ducha, a la misa del peregrino en la Iglesia (uno de los primeros templos góticos de España). Aaay, uuiyy, oooii, que dolor de pies, no me puedo mover, aún así me levanto del banco todas las veces que haga falta, que estoy en uno de los bsancos más cercanos al altar y los curas me van a mirar mal ¿?. Varios curas multilingües, un voluntario renqueante que casi se rompe, e incienso a mansalva. Rito del siglo XI.
Una vez bendecidos y avisados (..no tengáis miedo, no tengáis miedo, no tengáis miedo..), nos dirigimos a cenar el menú del peregrino. Según dice una guía, en 1660 se dejó constancia escrita de más de 25.000 raciones servidas a estómagos hambrientos. Teniendo en cuenta, que en la actualidad, únicamente hay dos minirestaurantes (La Posada y La Sabina) que sirven el menú del peregrino puede ser útil reservar antes de la misa del peregrino.
Si de lo que se trata es de perder tiempo con estadísticas, a trucha por peregrino, esto supone un total aprox. de 55.000 espinas de trucha que cortaron los peregrinos en 1660, lo que supone que si se llega cansado a Roncesvalles, no es lo más adecuado incluir la trucha en el menú, que estamos agotaOOSS!!! Vaya idea, tan peregrina..
En el recuerdo yo volviendo sola al albergue en Roncesvalles by night y con niebla, para que no me cerraran las puertas y resonando en mi esas palabras "no tengáis mieeeedooo"..

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